Llamo “Amistad Lectora” a esa persona con la que disfrutas compartiendo lecturas, hablando sobre libros, intercambiando material, recomendando autoras, autores, editoriales, novedades literarias. Esa persona a la que le quieres regalar libros en fechas especiales porque sabes que los va a amar tanto como tú.
Esa persona que te inspira y te motiva a leer, te abre espacios para reflexionar sobre lo que vas descubriendo en las páginas, te da puntos de vista distintos a los tuyos, con respeto, con amor, y que escucha de forma abierta tus opiniones. Esa persona con la que un desacuerdo no es problema, por el contrario, es una oportunidad para abrir la mente, descubrir nuevas perspectivas.
Esa persona con la que te reúnes, presencial o virtualmente, para compartir un té, un café, un vino; y que esperas con emoción ese encuentro. Esa persona con la que quieres asistir a ferias, bibliotecas, librerías y presentaciones de libros.
Esa persona con la que no solo disfrutas intercambiando “chismes literarios”, sino que también te sientes en confianza para hablar de tu vida y abrir tu corazón, porque los libros son un buen punto de partida para vincularnos con los otros, pero si somos afortunados, esas relaciones pueden convertirse en grandes amistades, bonitas, reales, con las que creces, aprendes y te sientes acompañado.
A medida que nos hacemos mayores, es cada vez más fácil tener personas “conocidas” a nuestro alrededor y más difícil tener personas cercanas a quienes consideramos amigas o amigos. Las relaciones forjadas desde lo digital y limitadas a lo digital, tampoco son gran ayuda para romper esa barrera.
Yo tengo amistades lectoras muy queridas, que cuido y atesoro. Muchas de ellas las he encontrado en el club de lectura de Casa Libros. Agradezco que esta comunidad, no solo nos permite hablar de libros, también ha sido un espacio precioso, amoroso, generoso y fértil para conocer personas, para cultivar amistades a través del tiempo, para compartir la palabra, la escucha, los pensamientos, las experiencias personales: para trascender la literatura a través de la vinculación y conexión humana.
La mayor parte de lo más bello que hemos leído se lo debemos a un ser querido. Y es a un ser querido a quien primero hablaremos de nuestras mejores lecturas. Quizás precisamente porque lo propio del sentimiento, como del deseo de leer, consiste en preferir. Amar es, finalmente, hacer el don de nuestras preferencias a aquellos a quienes preferimos. Y estos repartos pueblan la invisible ciudadela de nuestra libertad. Estamos habitados por libros y por amigos. — Daniel Pennac, Como una novela
Les invito a que se unan a los encuentros, a las conversaciones, a la comunidad de Casa Libros: ábranse a la posibilidad de construir una (o varias) amistades lectoras, es el mejor regalo.
Y ustedes, ¿tienen amistades lectoras?
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